La impronta del tiempo
La impronta del tiempo
Dejamos nuestra huella a cada paso que damos. Otros dejaron la suya antes. Pero pisar lo andado no significa borrar las huellas del pasado. Al contrario, significa respetar la trayectoria de estos parajes, con su historia, sus calzadas históricas, sus conquistas árabes y reconquistas cristianas. Todo lo que hizo que estos parajes sean hoy lo que son. Con nuestro trabajo, pisando la tierra cada día, honramos estas cepas históricas. Viñas que guardan sus secretos todo el año, para desvelarlos cada otoño en la vendimia.
El recuerdo de lo que somos
El recuerdo de lo que somos
Poco hay más enriquecedor que viajar a otros mundos. A veces, un simple aroma es suficiente para transportarnos a nuestra infancia, a casa de nuestros abuelos, al patio del colegio o a nuestro primer beso. Es la magia de las sensaciones, que aglutinan en nuestro cerebro infinitas ideas y sentimientos; olores y sabores que regalan a nuestra mente un paseo maravilloso. Un abanico de percepciones que liberan nuestros sentidos y nos hacen viajar por el recuerdo, hasta un momento único. Esa es la magia de un buen libro. Y, por supuesto, de un buen vino.
Manos ásperas como la tierra
Manos ásperas como la tierra
El esparto, como nuestra viña, crece en estos paisajes áridos y agrestes. En lugares donde otras plantas tendrían muy difícil sobrevivir, ellas se adaptan al medio y consiguen ser útiles a nuestras gentes. Nuestros paisajes se visten de pinos, romero y tomillo, monte bajo peninsular por excelencia. Este entorno natural es el que aporta su personalidad a nuestros vinos, aglutinadores de esencias, matices y sabores reflejo de nuestro medio. Un vino creado artesanalmente, gracias al saber hacer transmitido de padres a hijos durante numerosas generaciones. ¿Qué sería de nosotros si nuestras cepas fueran abandonadas por su poca productividad? Hay quien nos llama románticos, pero nosotros creemos que somos, simplemente, hijos de nuestra tierra y nuestro pasado.
El arte de hacer vino
El arte de hacer vino
Despertar emociones. Ese es el objetivo del arte. Sea en un lienzo, en una composición musical o en una botella de vino, el objetivo del artista es transmitir. Conectar con nuestros sentimientos, nuestros anhelos, nuestras alegrías y nuestros recuerdos. El momento de paladear un buen vino mientras liberamos nuestro interior. El pequeño éxtasis al saborear una buena obra.