Seguimos los pasos del saber hacer
Seguimos los pasos del saber hacer
Las peculiaridades de nuestros parajes, clima, suelo y entorno son tan relevantes en nuestro vino, que jamás dudamos del nombre que debía llevar nuestra bodega. Condicionantes que obligan a crecer a nuestras cepas hacia el corazón de la tierra, en busca del agua que escasea en la superficie. Las diferentes parcelas que producen nuestras uvas son de reducidas dimensiones, en su mayoría cultivadas bajo un sistema de arriendo llamado Terraje, y el cual apreciamos profundamente, por la dedicación de cada pequeño viticultor a la tierra que trabaja cada día.
Hay quien dijo que las viñas, como seres vivos, perciben la intencionalidad de quien se acerca a ellas. Desde luego, nuestras cepas nos devuelven con cada gota de mosto el cariño que ponemos en su cuidado. Ellas nos animan a trabajar duramente, echándoles una mano para que nos den un gran regalo cada otoño: un vino complejo, cargado de historia y pureza. Como cada parcela. Como cada persona que trabaja esta tierra. Cada uno de nuestros parajes tiene su singularidad: suelos de diferente naturaleza, diversas texturas y distintos orígenes. Pero todos ellos tienen en común un entorno equilibrado y vivo, algo fundamental para conseguir nuestros expresivos vinos.